Godly Play Pastoral

En la pandemia, es tiempo de Godly Play

En este artículo quiero compartir la experiencia presencial de Godly Play en estos meses de pandemia. Quizás puede ayudar a iglesias, escuelas, comunidades,… a buscar fórmulas para practicar Godly Play.

Yo me muevo en el campo educativo y de catequesis, así que a partir de septiembre de 2020 comenzamos a resituarnos en medio de la nueva normalidad. En el centro educativo donde trabajo cambiaron muchas cosas. Se crearon más grupos con menos alumnos, las entradas y salidas escalonadas,… y la sala de Godly Play se convirtió en un aula.

Ante esta situación de incertidumbre estaba la posibilidad de ver las dificultades de seguir practicando Godly Play y dejarlo este año. Pero como se narra en una historia de Godly Play, me dije, es difícil, parece casi imposible, pero se supone que debemos intentarlo.

Desde septiembre comenzamos a diseñar el protocolo de Godly Play en la nueva normalidad siguiendo las pautas que ofreció Godly Play España en Julio de 2020 y las normas sanitarias de mi comunidad autónoma.

Espacio

Lo primero era buscar un espacio. Debía ser amplio, despejado, que estuviese bien ventilado, y lo más difícil de todo, que no se usara habitualmente. Al poco de empezar encontramos un lugar que se ajustaba: el escenario del salón de actos. Tiene aproximadamente 50m2, está totalmente despejado y la sala tiene ventanas y varias puertas para la ventilación. Se usa en momentos muy concretos, por lo que podría ser compatible con la práctica de Godly Play.

El suelo es de madera, lo que facilitaba que fuese cómodo y cálido para los niños.

Es imposible que montemos la sala completa todos los días que practicamos Godly Play. Lo que hacemos es montar una «mini» estantería central con la Sagrada Familia y la vela de Cristo. Además contamos con el material de la historia que vamos a narrar ese día. En 5 minutos podemos «montar y desmontar» la sala.

Narración

Damos gel hidroalcohólico al entrar en el espacio. En todo momento llevamos todos puesta la mascarilla en el círculo. Buscamos que los niños estén separados entre ellos.

Durante la historia el narrador también lleva puesta la mascarilla. Los que somos profesores nos hemos acostumbrado a dar clases durante 6 horas diarias con ella puesta. No he notado ninguna dificultad reseñable por contar la historia con mascarilla, más que tener que elevar un poco el volumen de voz.

Tiempo de respuesta

Hacemos tiempo de respuesta en la nueva normalidad. Cuando el grupo es reducido (catequesis) preparamos unos cubiletes con diferente material. (Ver imagen). Tienen a sus disposición diferentes hojas y papeles. En la mesa del tiempo de respuesta hay alfombrillas que se lavan después de cada uso y gel hidroalcohólico.

Si vamos con un grupo más amplio, una clase en torno a 20 alumnos, cada uno lleva su estuche. Durante la narración y el tiempo de reflexión lo colocan detrás de ellos y lo usan en el momento de respuesta. Repartimos un folio para que puedan escribir, dibujar. Alguno prefiere quedarse en silencio. Dejamos que se acerquen a ver, que no tocar, el material en pequeños grupos. No es el escenario ideal, pero es mejor que no hacerlo. Recordad que la vigencia del virus en papel es de un máximo de tres horas. El portero se da gel y reparte los folios a los niños. De todas formas, si estás en una escuela, lo normal es seguir las normas generales que haya sobre el uso de material.

Las dos primeras sesiones de este año las hicimos sin tiempo de respuesta. A partir de la tercera lo hemos introducido. Los niños ya se han acostumbrado a las nuevas normas y ha ido todo mucho más fluido.

Oración y fiesta.

Hacemos la oración y la «fiesta en la nueva normalidad». Repartimos una galleta envasada individualmente a cada miembro del círculo, para que recuerden que lo que hemos vivido en la sesión debe ser celebrado. Les invitamos a que la coman en casa, mientras comparten con su familia lo vivido en la sesión.

Es reseñable como estoy encontrando que tanto en la oración como en el tiempo de reflexión está bastante presente la situación de pandemia que estamos viviendo y cómo los niños expresan sus inquietudes.

Conclusión.

Para nosotros está siendo un regalo poder seguir practicando Godly Play en este momento. Especialmente para los niños, que lo agradecen y lo viven como algo especial en este tiempo de restricciones. Nos está ayudando a seguir encontrándonos con Dios y con los demás en el círculo.

Por eso te invito a que busques las formas de poder practicar Godly Play presencial. Merece la pena. Pero si no lo ves posible, en el próximo artículo daré algunas pistas para ayudarnos a tener sesiones online de Godly Play. Otro reto.

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